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Cónicas del Templo Negro

Después de muchos años de revisión y de buscar la forma de editarme, he vuelto a decidirme por la autoedición. El 4 de julio estará disponib...

lunes, 29 de abril de 2013

Los lenguajes del comic

Unos comentarios provisionales mientras escribo mi tesis, acabando de leer a Scott McCloud y reflexionando sobre The Sandman de Neil Gaiman.

jueves, 25 de abril de 2013

La mosca de Kafka

Habré tenido 17 cuando me acoplé a una expedición al bosque seco en Tumbes. Fue en ese viaje que confirmé mi desprecio por la naturaleza, que es, como decían, un horrible lugar donde las gallinas andan crudas. Sin embargo, la experiencia más memorable, tras soportar el calor tropical y la suciedad del bosque, me la llevé el último día. Yo y una alemana bastante despistada tuvimos que regresarnos antes que el resto del grupo, por lo que nos dirijimos por nuestra cuenta al terminal terrestre, recorriendo algunas cuadras de la pequeña y decadente ciudad. En la esquina, una cuadra antes de llegar al terminal, se nos acercó un pordiosero sucio, en harapos, con una hirsuta barba blanca y delirando a voz en cuello las revelaciones que había recibido. Creo que le di un par de palabras cínicas y condescendientes y seguí de largo, pero cuando notó que no lo tomábamos en serio, alzó aun más la voz y profetizó:

-¡Voy a escribir un libro! ¡¡¡Sodoma y Gomorra, Los poetas muertos y La mosca de Kafka!!!

Con una desconcertada sonrisa en mi rostro entré al terminal y dejé al hombre atrás en la calle. Unas horas después pensé que debí decirle que escribir un libro puede ser entretenido y satisfactorio, pero lo más difícil, y aun así estrictamente necesario para causar impacto alguno, es publicarlo. Años después, el título de aquel libro que el profeta iría a escribir sigue resonando en mi cabeza. Pienso: "Voy a escribir..." y las palabras del destino completan mi frase, que queda reducida a un mero delirio mientras no alcance a tipearla.

¿Qué libro sería realmente el que aquel hombre iría a escribir? ¿"La mosca de Kafka" o "La mosca", de Kafka? Más que un cuento sobre alguna situación biográfica que hubiera experimentado Franz Kafka, intuyo que el tumbesino era más bien una especie de Pierre Menard silvestre, que lograría escribir un libro que perteneciera a alguien más. Por otra parte, Kafka no tiene ningún libro llamado "La mosca". Aunque Gregorio Samsa se convirtió en un "monstruoso insecto", por lo general se asume que era una cucaracha, y definitivamente no tenía alas. Kafka jamás escribió ningún libro parecido...

De hecho, ni siquiera se sabe a ciencia cierta qué escribió Kafka y qué no. Él pidó la destrucción de la mayoría de sus obras, no su publicación. Probablemente, para Kafka, lo más importante sí era "escribir un libro", aunque fuera un libro jamás publicado, ni por él ni por sus rencarnaciones, como lo es "La mosca".

martes, 16 de abril de 2013

Hacia la Feria del Libro de Sevilla

Para la distancia que me hará recorrer, es a corto plazo que me he decidido, pero me voy a la Feria del Libro de Sevilla. La feria estará abierta del 1 al 12 de mayo, aunque yo solo estaré por allá entre el 5 y el 7. Según entiendo la feria será en una plaza abierta, parece bastante grande y seria. El programa lo he colgado en la barra de la derecha y más detalles se pueden ver en la página del evento. En el mejor de los casos incluso podría encontrar alguna opción para sacar mi segundo libro. Ahí vamos.

Postdata:
Mientras tanto, al otro lado del charco, se viene también la segunda entrega del Hobbie Market en Lima. En este evento se congregarán toda clase de comiqueros, fanzineros y creadores afincionados. La feria estará desde las 11am los días 27 y 28 de abril en el Complejo Deportivo Aldo Cachochumbi de Magdalena.. Ya varios autores de la movida fantástica han confirmado su asistencia y a lo mejor también podrán encontrar mi libro por ahí. Como única fuente he encontrado un evento que se difunde de manera viral por el Facebook.

sábado, 13 de abril de 2013

Borges y Lovecraft ante el horror de la differance

El tema para mi prueba oral surgió de una asociación confirmada por un cuento de Fernando Iwasaki, quien cuenta que al comprar por internet una copia del Necronomicón, le enviaron desde Buenos Aires un libro con infinita cantidad de páginas que lo dejó al borde de la desesperación. Intentó quemarlo, pero la pira de fuego se hizo eterna.

Borges advierte: "temí que la combustión de un libro infinito fuera parejamente infinita". Fue por eso que él no incineró el perturbador objeto que le fue entregado como "el libro de arena", sino que lo escondió en la Biblioteca Nacional. Hay registros posteriores de que Borges incluyó el Necronomicón en el catálogo de la biblioteca, y quizás se haya referido precismaente a aquel libro, del cual bibliotecarios posteriores se quisieran deshacer. El libro de arena y el Necronomicón del árabe loco Abdul Al-Hazred, por lo tanto, fueron siempre uno y el mismo objeto monstruoso.
Quizás haya sido mediante este objeto en particular que Borges fue contagiado con la febril demencia Lovecraftiana, la cual lo llevaría a redactar, tras años de resistencia, un relato lovecraftiano, incluido en el mismo volumen que la historia sobre el libro de arena. En aquel relato Borges se rinde al horror cósmico, aunque evita la mención de cualquier liber damnatus.

Fuera de la anécdota, Borges y Lovecraft tienen más en común de lo que ellos mismos creen. Para Borges, el universo, compuesto lingüísticamente como un cabalístico libro de dios, es un inevitablemente resultado de las infinitas combinatorias de signos finitos. Los textos del "horror" en Lovecraft son, precisamente, textos en los que la combinación, el lenguaje, la estructura misma de la significación se obscurece hasta volverse aleatoria y absurda. El Mal no es solo la destrucción física de unas cuantas personas y pueblos de Nueva Inglaterra; el verdadero Mal consiste en la destrucción de la significación, de la estructura del universo y el concepto de realidad en la que vivimos. Esa clase de mal no es otra cosa que lo que Jacques Derrida llama la differance y considera un destino inevitable inherente al lenguaje. A fin de cuentas, sin embargo, tanto en su contenido como en sus símbolos, las obras de Borges y Lovecraft viven de esta differance, de este juego: son combinatorias siempre nuevas de un número de elementos limitados. Eso también explica por qué los mitos de Cthulhu se siguieron escribiendo tras la muerte de su primer autor.

Pero todo esto es una conclusión y una tesis osada, la cual no llegué a explicar en el examen oral, al final del cual mi profesora insistió en que Borges era mucho más complejo que Lovecraft. Por supuesto, Borges es más consciente y explícito en todos sus textos, envuelto en engorrosas espirales metatextuales, que son la razón por la que sería mucho más difícil escribir un cuento borgiano (además del hecho de que el protagonista no podría ser el mismo Borges). Pareciera a momentos que los autores no tienen comparación; pero todo puede y debe compararse.