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lunes, 29 de abril de 2019

El marcianito que todxs llevamos dentro - Breve historia del Planeta Verde

Ya han pasado un par de meses desde la Berlinale y recién alcanzo a publicar sobre la película que me resultó más interesante. Breve historia del planeta verde resultó ganadora del premio Teddy en el marco de este festival.

La película comienza con la imagen de la protagonista despertando, con un cobertor de ojos de E.T. Debajo del cobertor, por supuesto, Tania lleva maquillaje intenso, glitter y pestañas postizas. Será que se despierta así a diario. Será que su vida no es lo bastante intensa o extraña como para irse a dormir sin desmaquillarse. Será que no es maquillaje, que esa es su cara verdadera. Será que la cara verdadera es la de E.T., que las caras extrañas en las que se refleja su vida no dejan ya distinguir un original. Será que hace falta cuestionarnos un poco más nuestra propia normalidad.

La cinta está llena de marcianos, luces de neón, fotos desenfocadas de platillos voladores, muñecos de ule. Los trucos son reconocibles y graciosos, y por lo mismo su presencia no nos perturba, sino que nos enternece, dando pie a las reflexiones de los personajes que reconocen su melancolía en estos fenómenos. Desencadenado por una muerte, el encuentro extraño, extrañamente familiar, deviene en la partida hacia el viaje heroico de tres jóvenes desadaptadxs hacia sí mismxs. La vida misma, reconocen, consiste en ser impredecible, en tomar formas inesperadas y abrirse a lo desconocido.

Pero el viaje heróico es lo contrario de la aventura. Es un viaje hacia pantanos desolados, hacia el silencio, el frío, la oscuridad. El caos de la noche es una introspección cada vez más silenciosa. Los encuentros con otras personas se vuelven cada vez más escasos, y en cambio los personajes exploran sus propias memorias para encontrar el valor. Los diálogos con personas son reemplazados por imágenes espectrales de cuerpos pintados y masas silenciosas, como interrogantes poéticas. Con un ritmo delicado, la película logra un decrecendo para convertirse en una meditación, en donde las extrañezas individuales logran solidarizarse en un colectivo particular.