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Cónicas del Templo Negro

Después de muchos años de revisión y de buscar la forma de editarme, he vuelto a decidirme por la autoedición. El 4 de julio estará disponib...

martes, 30 de junio de 2009

A ver si me encuentras

A la primera no me inspiróa a comentarlo, pero ya van dos. Creo que al fin de cuentas lo más interesante del caso es la actitud antimarquetera de "a ver si me encuentras" (la frase en particular es del "aviso" de un fanzine de hace años).
El primero, la verdad, no se lo recomiendo a nadie, su absurdo total con un par de clichés de seudocompromiso -ahora está de moda "el cuerpo"- no logra más que ser aburridísimo (sobre todo con su inmensa parsimonia, quizá dizquesolemne). El segundo al menos se queda en el borde de la congruencia mínima, donde el doble juego con ciertas estructuras que no terminan de cuajar al menos deja que se mantenga cierta tensión dentro de los poemas.
Me llegan por el mail sin remisión de autor ni referencia alguna, poemas sueltos como quien no quiere la cosa. Si el goce del arte, como decía Aristóteles, proviene en parte del reconocimiento, el reconocer el arte fuera del museo y la poesía fuera de los libros es en verdad un goce bastante mayor que he estado buscando de forma inconsciente, como quien no quiere la cosa (ahí se incluiría el proyecto "Esto es arte", o los garrapateos de las carpetas que ocasionalmente constituyen excelentes haikus), pero tampoco me decido a dejar mi propia obra a la deriva, a ver si alguien la encuentra, y si no qué, y aunque lo encontraran no sería yo y jamás me enteraría, sólo tendría sentido en forma de movimiento, pero ya no sería en tal caso secreto y silencioso, a menos que funcionasen en algo como la organización de la mano negra, pero probablemente no, se volvería a pesar de todo un secreto a voces y, nuevamente, se haría explícito y oficial.

sábado, 6 de junio de 2009

Lacrimas Profundere

Al fin reencuentro lo que realmente me había gustado hace tanto tiempo de Lacrimas Profundere, un primer y profundo encuentro con el doom metal, que sin embargo desapareció traspapelado por sus posteriores producciones de un goth-wave un tanto oscuro pero nunca tanto, bastante común, de hecho, no como el clasisismo mortuorio, la penumbra impenetrable en la que se sumían sus primeras obras, lánguidas y violentamente claroscuras. Como con todo fantasma, había llegado a dudar de su existencia, impulsado sólo de vuelta una y otra vez por una intuición de la que yo mismo descreo por completo, pero que nunca acaba de disiparse. Ahora al menos sé que lo que solía escuchar era del album "La naissance d'un rêve", el nacimiento de un sueño. Lacrimas profundere, asumiendo que la última a es larga, sería hundirse en lágrimas.



Aún con su agresiva distorsión la guitarra se mantiene lánguida pero el sonido, por sutil que sea, tampoco acaba de cuajar y perder estas aristas filosas que crujen y rasguñan en medio de la suavidad de sus formas.

Mnemósine y Koizumi

Ahora ha salido el segundo número de Mnemósine que contiene un texto mío sobre un cuento fantasmagórico de Koizumi Yakumo, el curioso "Mimi nashi Hoichi". El periódico cultural, salido del esfuerzo del fondo editorial de la Sedes Sapientiae, es de distribución gratuita y recién empieza a circular entre librerías y centros culturales. En general también hay muchas otras reflexiones literarias recomendables, unas más específicas, otras más universales. Denle una hojeada, nada les cuesta.
Sobre mi pieza particular, debo reconocer que no doy muchas luces a quienes no están familiarizados con el cuento en cuestión, más bien me siento en interpretar y construir mis eternos dilemas de contrastes y coincidencias interculturales. Serán al fin unas primeras líneas impresas sobre un trabajo que tiene mucho por avanzar, muchos otros sujetos por develar, en torno a la irreconciliable semejanza que tienen los fantasmas de oriente y occidente. Por supuesto, la ronda no estará completa hasta regresar a las fuentes a ambos lados, al Manuscrito encontrado en Zaragoza en lo profundo de Europa, y al Ugetsu monogatari o, más aun, al legendario estilo blanco de la China medieval. Además, hay muchos otros relatos del ilustre tuerto aculturado por exponer a luces semejantes, sobre los cuales ya tengo diversos apuntes y opiniones, pero todavía habrá tiempo de redactar y divulgar. Mucho tiempo.

Y por si aún se preguntaban por el cuento, lo pueden leer aquí, por ejemplo.