La mayoría de poemas consagrados, o de protagonistas grandilocuentes y pretenciosos, las cosas de aquellas gentes, vienen impresos en un papel y son una sucesión de palabras muertas reiterando cosas evidentes o salmodeando fórmulas vacuas.
En los recitales, algunos poemas de autores desconocidos, esos poemas tuyos, parecen tener mucho más detrás, alguna idea profunda que flota por entre las palabras desordenadas que no denotan, pero arden como runas de fuego en la piel.
Los poemas propios son bricolages torpes de palabras imperfectas que nunca alcanzan a acercarse realmente a un concepto incompleto y amorfo.
¿Será esto el lugar de enunciación?
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